martes, 26 de junio de 2007

Maravillas de Dios del ayer y del hoy

Historia Por Florencia Cutrera (profesora de historia)

“Al fin hemos cumplido el sueño de una fundación franciscana en Mar del Plata”

Crónicas de la residencia de Mar del Plata 28 de Octubre de 1956.


Podríamos suponer que Octubre es plena primavera, pero todo marplatense sabe que las estaciones siempre se instalan con cierto retraso. Aquél día 28 de Octubre de 1956, amaneció con un cielo oscuro, amenazante de tormenta y con una humedad que hacia difícil cada movimiento. Sin embargo ninguna de las personas que trabajaban en el predio le prestó mucha atención al cielo, tenían mucho trabajo por hacer: Acomodar las sillas para la misa, armar los Kioscos para la kermese, ubicar mesas y sillas para la comida, recibir a los invitados especiales, entretener a las niñas del asilo Unzué, que se acercaron con las hermanas. Todo el trabajo, casi caótico, estaba sazonado por el aroma del asado criollo con empanadas que preparaban los vecinos de esta comunidad que venia naciendo.

Aunque se pierden en la historia los nombres de los asistentes, sabemos que sumaban unas mil personas. Fueron convocados por los Padres Fermín Errasti y Pedro Irurzum, llegados desde Paraguay en el mes de marzo, con la orden de fundar una comunidad franciscana en la ciudad. Muy pronto el “monte Luro”, refugio de escapados de la ley y hogar de quinteros, vio como parte del paisaje a los hábito marrones, recorriendo huellas de barro que hacían las veces de calle. Pasaron el invierno del `56 visitando a las familias, con una ficha que tomaban los datos de cada miembro, esas visitas les permitían conocer el barrio y sumar adherentes a un proyecto que tenía, como única riqueza la confianza en la providencia. Muy pronto surgió el primer grupo comunitario: Amigos de San Francisco.(ASFA). En su rama femenina, las asociadas organizaban rifas, té- canasta, ferias de platos y cualquier acción que pudiera recaudar dinero para la obra, los hombre por su parte, compraban los materiales de construcción, contrataban la mano de obra y supervisaban las tareas en el predio. Cuando el entusiasmo no alcanzaba para cubrir las necesidades recurrían a la imaginación: para techar la capilla se escribieron cartas a todos los” Franciscos” de la guía, pidiendo una donación favor de su santo patrono. Mientras tanto dieron inicio las primeras actividades pastorales, catequesis de comunión y grupo heraldos para niños todos los días sábados.

Equipar la capilla con ornamentos, bancos y todos los detalles necesarios llevó dos años de trabajos intensos que sumaron a las kermeses y a las rifas, asados que solían dar pérdidas pero juntaban a la comunidad que ya tenía ganas de seguir creciendo...

Y siguieron el nuevo objetivo, era fundar la escuela Fray Mamerto Esquiú”, que luego de mucho trabajo inició su primer ciclo en 1960, con tres aulas. A partir de aquel momento encontramos una comunidad en permanente ampliación; surge la liga de padres, la junta coordinadora, la acción católica en sus ramas femeninas y masculinas, el grupo de guías Scout, la sociedad de fomento...

Para tanta vida era necesario proyectar un nuevo espacio: con una nueva movilización en 1964, nace el secundario, se suman aulas al primario, se compran más lotes en la manzana y hacia la década del 70 la casa extiende la obra hacia las comunidades de San Roque y San Miguel Arcángel.. Este proyecto se logra con fiestas en el conocido“enterprise”, desfiles de moda, proyecciones de cine, campeonato de bochas y mucha, mucha ayuda de la providencia.

Con el año 1982 llegó el último impulso: la construcción de una Iglesia mayor. El templo estaba quedando chico para el movimiento permanente; y se hizo necesario sumar nuevas voluntades. Tras esta inauguración, la parroquia San francisco tomó su fisonomía actual. Junto con este emprendimiento también se instaló la imagen de Francisco y el lobo en la plazoleta del Asilo Unzué: mensaje de reconciliación en una Argentina que empezaba a descubrir mucho por perdonar y tanto para recordar...

La arquitectura y la estética del nuevo edificio tienen una clara intencionalidad. Los relieves del altar, el uso de materiales simples, la austeridad en las líneas y ornamentos de la mano del concilio Vaticano II la comunidad marca un tono muy concreto que invita a descubrir la presencia en un ámbito sencillo, sin excesos. Se considera la estructura como pionera en este estilo, luego continuado por otras capillas. Los tiempos han cambiado desde aquellas misas celebradas en una capilla de barro; el monte Luro es hoy un barrio residencial con calles asfaltadas e iluminadas, ya no hacemos te- desfiles, ahora amasamos SORRENTINOS. Disfrutamos de cómodas instalaciones en dos colegios, y los misioneros cántabros han dejado paso a frailes argentinos. Hoy, ciertas seguridades nos puede llevar a perder aquellos impulsos iniciales, tal vez a “dormirnos”. Sin embargo las bodas de oro nos encuentran juveniles, buscando, saliendo. Tenemos un techo sobre nuestras aulas así que salimos hacia los que duermen en la calle. Nuestra comunidad están formada, entonces vamos hacia comunidades de frontera, a los marginados, para compartir la fe que nos une: Con el paso del tiempo hemos aprendido lo inimaginable: vivimos pascuas fuera de tiempo con Jimena Delfante (Alumna del colegio) y el Padre Quique Castelli; sus pasos a la vida eterna nos enseñaron a celebrar la vida, a compartir las luchas, a acompañar calladamente, en la contemplación de una Presencia que nos hace fuertes porque nos hace UNO: Así, en el medio del furor de la vida cotidiana esta comunidad está buscando abrir nuevos caminos de encuentro con Cristo en ese “otro”que se nos pasa de largo cuando vamos corriendo por la vida.

Así nos presentamos somos una comunidad simple, con miserias muy humanas que desde hace medio siglo camina en la búsqueda de hacer realidad el gran proyecto: «ámense unos a otros como Yo los he amado».

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